Sol Rojo - Filosofía

Sol Rojo Autoconocimiento


Allá por el año 2007 una profunda crisis me llevó a replantearme la vida. No podía explicar racionalmente ni para mí, ni para otros, qué me sucedía. Percibía y “escuchaba” cosas en sueños y en estados de soledad. Llegué a creer que estaba perdiendo la cordura y que pronto me tratarían de loca. Estaba aterrada; mi formación, familia, status y todo se tambaleaba.

Mientras mi vida se iba poniendo “patas para arriba”, mi corazón se sentía en paz. Me venía la idea de crear un lugar para dar cursos, así que empecé a darle forma en mi mente. Se me ocurrió poner un centro de computación, para dar clases de informática y una amiga compartiría el lugar dando clases de pintura.

Trataba de encontrarle un nombre y sentía que en él debía llevar la palabra “sol”, pero nada estaba claro. Escribía posibles nombres pero ninguno resonaba. Hablando con mi querida amiga Dulcinea me contó que ella tenía una pintura en batik con un sol muy especial, pero que no recordaba cómo lo llamaban y que incluso tenía un libro que contaba la historia de este sol; me lo ofreció para inspirarme en el logo del lugar que yo estaba creando.

A los pocos días me envió un sms diciéndome que el sol del que me había hablado, era el sol rojo de los comechingones. Cuando leí su mensaje, sentí una “explosión” en mi corazón, así que no tuve dudas de que el lugar se llamaría Sol Rojo.

Unas semanas más adelante llegó Dulci con su batik y el libro de Guillermo Terrera “El valle de los espíritus” como regalo. Cuando lo abrí, ví una imagen que confirmó todo: el lugar al que yo entraba en estados de meditación conocido como “el templo de la esfera”, estaba dibujado en él. Poco y nada sabía de todo eso, pero mi Ser no tenía dudas.

Y así fue como nació Sol Rojo, en el garaje de nuestra casa, sin un norte claro de mi parte pero con la certeza de que estaba siendo inspirada y acompañada desde mundos invisibles.

Abrimos sus puertas en febrero de 2011 sin que nadie supiera que existíamos y crecimos lento pero firme. Los niños y jóvenes fueron llegando atraídos por la danza de la escuela coreográfica. Los adultos tímidamente se fueron animando a la meditación, cursos y talleres de autoconocimiento que fueron surgiendo después de desmantelar la sala de informática y hacer lo que mi alma me pedía.

Nos tuvimos que mudar porque toda la casa fue absorbida por las actividades. Creamos un espacio especial para la escuela de autoconocimiento donde la geometría sagrada dió forma a un cubo, un octógono y un domo.

Después de una década desde el inicio, puedo decir que ya no hay dudas sobre nuestra tarea, sin importar si es la escuela coreográfica o la de autoconocimiento, Sol Rojo es un lugar donde todo aquel que entra se encuentra consigo mismo. Nos guía la paz y el amor de todo el Universo.

Liliana Maldonado